El Congo como epicentro de la nueva rivalidad global por minerales estratégicos: EE. UU. y China frente a frente


La República Democrática del Congo (RDC) ha emergido como una pieza central en el nuevo escenario geopolítico mundial, donde China y Estados Unidos compiten por el acceso a minerales críticos esenciales para la transición tecnológica y energética. Conocido como «la Arabia Saudita del cobalto», este país africano posee vastas reservas de cobre, cobalto, oro y otros metales estratégicos que alimentan desde la industria de baterías hasta el sector aeroespacial.

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El Congo como epicentro de la nueva rivalidad global por minerales estrategicos EE. UU. y China frente a frente

El dominio chino en la minería congoleña: dos décadas de consolidación

Durante los últimos 20 años, China ha establecido un dominio casi absoluto sobre la industria minera congoleña, especialmente en el cinturón de cobre entre Kolwezi y Fungurume. Empresas estatales como CMOC Group han invertido miles de millones de dólares, desarrollando minas, construyendo infraestructura y estableciendo una red de negocios desde grandes complejos industriales hasta pequeños comercios, hoteles y almacenes. Este control ha sido tan profundo que incluso los precios del cobalto, del cual el Congo produce el 75% mundial, son definidos fuera del país, principalmente por intereses chinos.


El despertar estadounidense: una oportunidad y un reto

Frente a esta hegemonía, Estados Unidos ha comenzado a tomar medidas para contrarrestar el dominio chino, particularmente bajo la administración de Donald Trump. La Casa Blanca ha iniciado conversaciones con el gobierno de Félix Tshisekedi para alcanzar un acuerdo que permita a empresas estadounidenses acceder a los minerales congoleños a cambio de asistencia en seguridad y desarrollo.

El Congo propuso una alianza minera a EE. UU. similar a la discutida con Ucrania: acceso a recursos a cambio de respaldo militar para enfrentar conflictos internos, como la insurgencia apoyada por Ruanda en la región oriental, donde se concentran minas de estaño, tantalio y oro.


La apuesta de Tshisekedi: independencia y diversificación

La decisión del presidente congoleño de suspender temporalmente las exportaciones de cobalto en febrero de 2025 fue una señal clara de que el Congo busca renegociar su posición en el mercado global. La medida buscó frenar la caída de los precios, causada en parte por el exceso de producción de CMOC, y fue interpretada como una crítica directa a la influencia de Pekín.

Tshisekedi ha manifestado que su meta no es reemplazar a un inversor dominante por otro, sino retomar el control de la cadena de valor del cobalto y utilizar los ingresos del sector para diversificar la economía, impulsando la agricultura, el turismo y otras industrias.


Las limitaciones de la influencia occidental

A pesar del nuevo interés estadounidense, la infraestructura y la experiencia de China en el Congo continúan siendo incomparables. Más del 80% del cobalto del mundo se refina en China, y el país asiático ha otorgado cerca de 57.000 millones de dólares en créditos y ayudas a proyectos mineros globales entre 2000 y 2021.

En contraste, Estados Unidos carece de capacidad para procesar cobalto en su territorio. Aunque empresas como KoBold Metals (respaldada por Bill Gates) y EVelution Energy están interesadas en desarrollar proyectos en el Congo, su participación sigue siendo limitada frente al peso de conglomerados chinos como Norinco y CATL, este último socio de CMOC en la mina de Kisanfu.


El papel del mercado artesanal y los riesgos sociales

El sector artesanal, aunque reducido al 2% de la producción tras medidas de formalización, sigue siendo una parte relevante del ecosistema minero. Se estima que hasta 200.000 trabajadores, muchos en condiciones precarias, participan en esta actividad. Empresas chinas dominan la compra y procesamiento de este mineral, ofreciendo precios variables y controlando la logística local.

Esta informalidad ha generado preocupaciones sobre derechos humanos, trabajo infantil y seguridad laboral, temas que también forman parte de la discusión internacional sobre la explotación de recursos en el Congo.


CMOC y la caída de precios: una doble cara de la moneda

El protagonismo de CMOC no está exento de controversias. La empresa china, al aumentar agresivamente su producción, provocó una caída del 75% en el precio del cobalto desde 2022. Aunque esto benefició a fabricantes de baterías, afectó directamente a los ingresos del Congo: los royalties por cobalto se redujeron en más del 40% en 2023.

CMOC argumenta que el cobalto es un subproducto de su extracción de cobre, y que el excedente fue una consecuencia natural de su estrategia de crecimiento. No obstante, la suspensión de exportaciones por parte del gobierno congoleño buscó precisamente corregir esta distorsión en el mercado.


Caminos hacia el futuro: industrialización y valor agregado

Tshisekedi ha declarado que su visión es que el Congo deje de ser un simple proveedor de materias primas y se convierta en un actor central de la cadena de valor. Esto incluye el establecimiento de refinerías locales, plantas de baterías y centros de tecnología minera.

El apoyo estadounidense podría ser clave en esta etapa, pero debe ir acompañado de inversiones reales y compromisos a largo plazo. Sin infraestructura, seguridad jurídica y estabilidad política, muchos proyectos podrían quedarse en promesas.


Conclusión: El Congo en la encrucijada global

La República Democrática del Congo está en el centro de una competencia geoestratégica que define el futuro de la transición energética mundial. China ha cimentado una presencia dominante basada en inversión, infraestructura y control de precios. Estados Unidos, por su parte, busca recuperar terreno apelando a nuevas alianzas y propuestas de valor.

El reto para el Congo es aprovechar esta competencia para su propio beneficio, equilibrando relaciones sin alienar a sus socios tradicionales. El éxito dependerá de su capacidad para gestionar sus recursos con transparencia, fomentar la industrialización y mejorar las condiciones sociales de su población.

En un mundo que se mueve hacia la electrificación y la sostenibilidad, el papel del Congo no es menor. Es un testimonio de cómo los recursos naturales, cuando se gestionan adecuadamente, pueden ser una palanca de desarrollo y soberanía.

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